Mexicanos del mundo
Hace muchos años que abandoné el sentido de la pertenencia. Y hablo de cosas aleatoriamente pero en lo específico me refiero a las que me separan de otros entes similares a mí mismo. Me deshice del fervor nacionalista, de la patria, de los cultos, de los fanatismos y de los rituales. Desmitifiqué mis creencias y las aterricé lo más que pude tratando de no despegar los pies del suelo. Empecé hace muchos años a descubrir que esos parámetros educativos que muchísima gente hereda por miedo o simplemente porque padecen pereza ideológoca, no rendían ningún crédito a las formas más simples de verdad, a las que constantemente aludo en un atentado de vivir con una mínima coherencia.
México es una nación libre y soberana, a pesar de lo que muchos alegan. Roto en muchos pedazos sí, y saqueado a más no poder por seres de prioridades egolásticas cumpliendo parámetros de razón encaminados al bien anti-común. No obstante, para mí continúa representando un yacimiento vasto en recursos históricos, culturales, geográficos y humanos que pocos sitios que haya tenido la fortuna de pisar comparten. Siguen haciéndome vibrar los sones huastecos de seis estados, las auroras en el valle más poblado del globo con el hombre agachado y la mujer dormida como bambalina. Ni empezar a la discusión gastronómica, que en cada rincón viajable son capaces de evocar a cualquiera en una odisea de un calibre pseudo-sexual.
México no es un país, son millones de almas disgregadas que enaltecen cada piedra, labrada o caminada, a niveles incuantificables. Y no estoy pensando en la gente que tuvimos la fortuna de nacer en los confines marcados por separaciones socio-políticas, sino de todo aquél que conoce, aprecia y entiende la suntuosidad de que hablo. El lugar de Mexitl, también defiende cada día a capa y espada las inclemencias de los que han gastádo sus años en hordeñar cuanto les fuese posible. También esas almas conforman la entidad federativa. Pero de eso justamente, no quiero hablar…
Quiero hablar de la riqueza, de lo que yo celebro, no cada septiembre quince, sino en un compromiso diurno, de cada jornada de trabajo, recreativa o investigativa. Yo celebro las plazas coloniales de cualquier pueblo, la señora de los tlacoyos, los taqueros artistas, la gente que no vende droga o mata para vivir. La ciudad donde nací, pero no por el mentado hecho, mas porque es la urbe por sobre todas más impredecible y surreal que conozco. Porque mi alma está en deuda de amor y esfuerzo con y hacia mis padres, mis familiares, mis amigos, la gente que ha contribuido a mi formación, y en recóndito caso a mi entraña y sudor propios pero de ningún modo alcanza veneraciones a encierros mentales burócratas que sollozan en el calor de oficinas intocables e intolerantes mientras ochenta millones padecen la hambruna de soñada ley que ligue sus existencias a algo que ilumine la expansión de sus bordes vitales en cualquier sentido. Mis líneas se alejarán de la mención de los miles de muertos achacados al narco, la fuga de talentos, la enajenación masiva a la que han sucumbido los comunicólogos, del respeto que han sabido sosegar en mí los médicos, abogados, periodistas, educadores y publicistas. Aunque evidentemente a mi descontento lo sezgan sus eminenetes excepciones, a quienes doblego mis gratitudes más solemnes y fomento con fervor su incansable trabajo.
Nunca he sido partidario de las divisiones, muy por el contrario. Asemejo mis andanzas a las de los que se inclinan a las ecumenidades. Profeso que las competencias son una grave falta a la ética y me asumo relativo a una sola especie, raza o humanidad. Aborrecedor de proselitistas y separatistas me ultraja los intestinos saber que la inequidad se sobreestima por dafault, que hemos rumiado preceptos que se remontan previos a donde aún podemos rastrear nuestras ramas genialógicas y que nos han convencido de que ganarle al otro, celebrarnos mejores que el opuesto, salir triunfantes aún heridos casi mortalmente y que ésto se nos reconozca en nuestros núcleos socio-circundados es ,ante todo, positivo. Sin cuestionarlo por un escaso lúcido segundo, en que la conciencia y el sentido común hacen lo imposible para salir a respirar a la superficie desde el inconciente, donde nos confronten con la verdad para después sofocarse una vez más en la tiniebla eterna que hemos deparado para ambos, de donde no huirán jamás sin nuestro previo consentimiento. Y quiero decir cuán importante es buscar que esta autorizacíon de nosotros a la verdad para salir del inframundo tenga lugar. Es nuestro pase a la felicidad, a vivir coherentemente y saciar los sueños de vivir de mejor manera en el porvenir. El primer nudo en la zoga que nos enlazará con la verdadera justicia y con un mundo mejor. Porque está comprobado que esta Tonantzin nuestra (aclaro que el posesivo aplica a toda la especie) cuenta con los recursos suficientes para que todos vivamos abastecidos de lo inprescindible y mucho más, y detengamos gradualmente el uso indiscriminado del petróleo. Debiere ser gradual como he dicho pues pensar en parar la costumbre abruptamente es posible que conlleve cargas ya no tan positivas. Y cuando medito así, sobre el crudo invariablemente sigo a pensar en los derrames mundiales que tanto me hieren. Pero por igual los del golfo que en cualquier otra parte. De igual manera crean llagas en mi corazón las recientes inhundaciones en Veracruz que las de Afganistán. Con esto quiero reiterar solamente mi posición respecto con lo que a priori he mostrado mi desigual opinión.
Quiero celebrar que en México, se come bien, en cualquier estrato social. Argumento que corroboré tras habitar tres cuartas partes de la última década en el país por desventura más vecino al norte.
Yo quiero ser una persona, que atiende a la necesidad de la historia, del ser, del humano, que enriquece al otro, devoto del próximo, del que posee menos. Pendiente de albergar ideas, cuidar ideales. He cerrado la puerta tras dejar fuera al despojo, diferencias cutáneas y subcutáneas, promulgando y promoviendo igualdades, parejas, la similitud, las coincidencias. Retraido por los honores, hago frente al desamparo y carezco de interés por la superposición mía sobre nadie. No sobrevalúo la eficacia ni catalogo personas de acuerdo a la manera en que se ganan la vida ni a la serie de bienes que han logrado acumular durante ésta. Partidos no poseo mientras no se refiera a uno solo. El de todos, la riqueza del universo verdadero y encauzo mis esfuerzos hodiernos al beneficio global. Saturo la creatividad cuanto puedo, la creación y los esfuerzos conjuntos. Doblego la mediocridad y menosprecio la egocentria. Siempre con la retina supervisora de la mejoría. Coloquial, servicial, justa. Que no se debe a un país ni a ninguna otra abstracción. Me regocija pensarme comprometido al positivismo, no a quejarme constantemente entre lo que resulta perfectible, que siempre existirá. Paré de venerar a ídolos multitudinarios que únicamente prevalecen porque no dejan de serlo y viceversa, mas nunca comprendí su origen absolutamente.
La universalidad, la integración, convocan, registran al otro. Hacen mención de que hay alguien más compartiendo la mesa, el salón de clase, el autobús, el plato, la paga, el derecho. Creo en conjuntar esfuenzos y en unirse a otras causas. Radico en el hoy para forjar nuestro mañana, no solo el mío.
Sin embargo México es mucho más que ríos, lagos, ballenas en el mar de Cortés, tacos, tequila, danzantes el zócalo, políticos curruptos, ciudades inseguras, pueblitos pintorezcos, desigualdad, la tumba de Pakal, corridos, microbuses, tendederos, tragafuegos, playas paradisiacas, emigrantes y guacamole. Insistiré en que esta nación o es la que hace que mi sangre hierva, ni ninguna otra. Son todas, somos todos, los habitantes del mundo los que nos hacemos esta madre patria universal. Lo que nos identifica como mexicanos pertenece a la humanidad y no debiera separarnos de ella. Seamos embajadores y celebremos lo que nos pide el mundo, no el país. La raza humana junta. No desperdiciaré el agua y separaré la basura sin que habitar en Estocolmo, o bien en Pátzcuaro, den cabida a cambios en mi comportamiento. La latitud en que mi progenitora haya dado a luz no determina aunque modifica la persona que he sido y seré, sin embargo, este hecho no me conforma. Ni el color de mi pasaporte tampoco. Yo soy, el resultad de un conjunto de hechos, vivencias, tradiciones, imposiciones, arrastres, imitaciones, legados, proteinas, reflexiones y absorciones acumulados sobre el tiempo que transito en este globo desde ese día. Por lo que exhorto a todo el que pueda no dígase concordar, sino con entender me basto, a dirigirnos como mexicanos del mundo a un esfuerzo común, con el de los alemanes, gringos, y tailandeses, así como el de todos los demás. Para mañana cosechar juntos también y compartir la vendimia recolectada por nuestros nietos con los nietos de otros.
Labels: 15 de septiembre, blog, ecumenico, esfuerzo conjunto, festividades, grito, humanidad, independencia, mexicanidad, mexicanos, mexico, orgullo

2 Comments:
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Cuando la gente duerme en sus mentes, es bueno saber una persona, que es lo suficientemente inteligente para pensar de manera diferente. El artículo es muy interesante, significativo y lleno de la verdadera sabiduría.Muchas gracias
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